viernes, octubre 13, 2006

Desmemorias

Yo soy de esa generación en la que llevar los niños a la guardería era cosa de ricachones y estirados. A mí siempre me cuidó mi abuela, a mi y a prácticamente todos mis primos. Habrá a quien le parezca un abuso pero para ella era todo un orgullo estar rodeada de sus nietos.
Uno de los recuerdos más hermosos que conservo de aquella época es mi abuela y yo tumbados en una cama, ella con un reloj despertador enorme, de aquellos que sonaban muy fuerte cuando el segundero giraba. Ese reloj ya no funcionaba pero sí servía para hacer mover las manecillas e ir enseñando las horas. Debía ser yo muy pequeño pero aquella imagen aun se conserva en mi memoria.
Hoy en día, esa mujer que me enseñó a leer las horas del reloj es incapaz de hacerlo. Tiene una enfermedad que no es dolorosa para el que la padece sino para los que la rodean. Ahora ya ni cocina todo lo bien que lo hacía, ni se acuerda de sus anecdotas de cuando pequeña, ni nos felicita el día de nuestro cumpleaños. Ya no es ella la que cuida sino la que necesita recibir cuidados. Pero cuando me ve sigue sonriendo y reconociéndome, aunque haya días que no acierte con mi nombre. No le hace falta recordar para saber a quien quiere.

2 comentarios:

Almu dijo...

Vaya, qué triste :(

Anónimo dijo...

pos a mi kontrariamente a loke dice el titulo de tu aktualizacion de hoy, me ha venido a la memoria kosas.... tristes, pero bellas.

Kedate kon lo bello sempre

BESOS!
;^***