Siempre pienso que no hago bien las cosas en el trabajo. Sé que, en general, tanto los alumnos como sus padres están contentos conmigo pero no puedo evitar el pensar que no sirvo para lo que me dedico. Hoy, además, me ha pasado una cosa que no ayuda en exceso a subir mi autoestima en el trabajo.
Un exprofesor mío, compañero de trabajo ahora mismo, le ha soltado a los alumnos durante una clase que yo soy demasiado "magistral", que no les involucro en el aprendizaje, que debería saber que doy clases a bachiller y no a universitarios... Un alumno, con el cual tengo bastante confianza, me ha comentado todo eso. Y no me molesta el hecho de que no le parezca bien mi forma de trabajar (a esa persona sólo le parece bien que lo hace él, todos los demás dejamos mucho que desear). Lo que me molesta es que se lo diga a mis alumnos, que me haga perder toda credibilidad ante ellos.
En cuanto me he enterado no he podido evitar comentárselo. Y, como esperaba, su respuesta no ha mejorado la situación. Según él, tengo que admitir las críticas que oiga de mi, tanto de alumnos como de compañeros. En eso estoy de acuerdo, siempre que sea recíproco. Lógicamente, con un profesor que lleva 30 años de experiencia y que está de vuelta de todo mejor no discutir. Y menos cuando se cree que sus métodos son insuperables. Lo gracioso de todo esto es que si oyera lo que opinan los alumnos de él se pensaría dos veces el hablar de nadie. No seré yo el que le deje en evidencia, no soy tan cruel como él.
Un exprofesor mío, compañero de trabajo ahora mismo, le ha soltado a los alumnos durante una clase que yo soy demasiado "magistral", que no les involucro en el aprendizaje, que debería saber que doy clases a bachiller y no a universitarios... Un alumno, con el cual tengo bastante confianza, me ha comentado todo eso. Y no me molesta el hecho de que no le parezca bien mi forma de trabajar (a esa persona sólo le parece bien que lo hace él, todos los demás dejamos mucho que desear). Lo que me molesta es que se lo diga a mis alumnos, que me haga perder toda credibilidad ante ellos.
En cuanto me he enterado no he podido evitar comentárselo. Y, como esperaba, su respuesta no ha mejorado la situación. Según él, tengo que admitir las críticas que oiga de mi, tanto de alumnos como de compañeros. En eso estoy de acuerdo, siempre que sea recíproco. Lógicamente, con un profesor que lleva 30 años de experiencia y que está de vuelta de todo mejor no discutir. Y menos cuando se cree que sus métodos son insuperables. Lo gracioso de todo esto es que si oyera lo que opinan los alumnos de él se pensaría dos veces el hablar de nadie. No seré yo el que le deje en evidencia, no soy tan cruel como él.