jueves, diciembre 21, 2006

Fin de la primera parte

Mañana vuelo hacia la península, donde pasaré las próximas 3 semanas. Siempre va bien salir de la isla para cambiar de aires. No sé, pero cuando uno se va un tiempo, al volver, las cosas parecen diferentes. La casa parece más grande y limpia, el trabajo más cómodo de llevar, tu pueblo más bonito... Lo único más duro es el madrugar de nuevo.
Os deseo a todos una buenísima entrada en el 07. Y todo eso que se desea al final de cada año. No lo hago porque es lo que toca sino porque os lo deseo de verdad. A todos y cada uno de vosotros, los que me leeis porque les importo algo, escribais o no.
Como siempre el año empezará con muchos propósitos que después no llevaré a cabo (bb... EJEM). Pero para no perder la costumbre, seguiré planteándomelos, mientras intento no atragantarme con las uvas. Y entre propósito y propósito caerán algunos deseos para hacer este mundo algo mejor. Al menos por lo que por mi parte respecta lo intentaré. Con los que me rodean y con los que no me rodean físicamente pero sí en el corazón.
Como siempre el año empezará con muchas ilusiones, algunas de las cuales siempre se hacen realidad.
Como siempre el año empezará con tristeza por los que ya no están y por los que pudiendo estar prefieren no hacerlo.
Como siempre... porque hay cosas que no cambian. Porque desde hace años está en proyecto el Fran versión 2.0. y no hay manera de que funcione correctamente. Mientras tanto seguirá en mercado el de siempre. Ese es el que os desea lo mejor a todos. Un abrazo muy grande.
Fran

martes, diciembre 19, 2006

Soledad

Esta semana es algo extraña. Para empezar, este año no tengo la sensación de que la Nochebuena está ahí al lado. Y de que el viernes cojo un avión, dirección a Sevilla (pasando por Barcelona, donde estaré unas horitas en el aeropuerto... Espero encontrar algo en lo que ocupar el tiempo en el aeropuerto).
Encima estoy solo en casa. Mis padres se fueron anoche a la península, aprovechan más días de los que yo puedo para volver al lugar de donde vienen, a sus raices. Allí es donde iré yo en unos días, aunque, este año, he repartido (no de forma equitativa, claro está) mis días libres entre Sevilla y Madrid (que ganas!!!!).
Pues eso, no hago nada diferente de lo que hago cuando mis padres pululan por casa, pero se nota que estoy solo. Y pensareis que una persona de mi edad no solo tendría que aceptar el vivir solo, sino que debería estar haciéndolo ya hace mucho. Sí, quizá esteis en lo cierto, pero uno se acomoda. Volví a casa de mis padres tras muchos años de independencia casi total, 10 años, en los que pasaba por aquí solo ciertas épocas del año. Pero el destino (y el trabajo) me trajeron de vuelta y aquí estoy.
La casa está sola, fría, no sólo porque bajó la temperatura. Y me pregunto si ganaría mucho yéndome a vivir solo. Supongo que sí, que hay ventajas. Y que en algún momento lo llegaré a hacer (de hecho, el económico no es el mayor problema para ello, al contrario que la gran mayoría). Pero tampoco penseis que es algo que me quite el sueño.
Y a la hora de estar solo, qué más me da. Si la soledad está en mi, más que en el lugar. Siempre he sido un ser solitario, aunque esté rodeado de amigos. Porque mi interior es muy interior y me cuesta abrirme. No creo que el coger mis trastos e irme a vivir a otro sitio haga nada por mi. Porque entonces sí estaré realmente solo.

sábado, diciembre 16, 2006

Bailes desganados

Anoche, como el 90% de este pais, tuve cena de trabajo, no digo de empresa porque trabajar en un instituto es lo que menos se puede parecer a trabajar en una empresa.
Realmente no tenía ganas de salir, ni de cenar, ni de todo el paripé que supone este tipo de cenas. Pero había adquirido el compromiso y no iba a echarme atrás en el último momento.
No espereis a continuación la frase tópica de "Pues los días que menos apetece son los que al final se pasa mejor..." Esta vez eso no se cumplió.
La cena estuvo decente, en un restaurante a tope... con gente cantando villancicos a voces y muuuucha lentitud a la hora de servir. Pero la comida valió la pena, aunque se aprovechen de estas ocasiones y los menús tengan precios abusivos.
A eso de las 2 salíamos del restaurante y decidimos que por una vez todos fueramos al mismo sitio. Un pub neutro, ni demasiado alternativo, ni demasiado pachanguero, ni demasiado fashion. Algo que contentara a la mayoría. Para esas ocasiones siempre se va a La oveja negra. Un pub cutre donde los haya, sin ventilación apenas, con musica variada pero que cada vez más abusa del pop español de mala calidad (El canto del loco, La oreja de Van Gogh, Pereza, ...) Cuando el DJ se harta pasa a los clásicos del pop de toda la vida (que parece que son sólo 5 y que ponen siempre... no entiendo por qué, no será porque no hay miles de canciones para poner). Siempre caen el Chiquilla de Seguridad Social, el Devuélveme a mi chica de Hombres G, el Cuéntame un cuento de Celtas Cortos y el Déjame de Los Secretos. Pero lo peor es que la gente parece encantada de oir siempre lo mismo. Las canta, las baila e incluso se emocionan cada vez que se oye lo de "Chiquilla!!!! NANA!!! NANANA!!!". Y venga cabezazos al estilo heavy y venga gestos de guitarrita eléctrica. En fin, hay cosas que nunca llegaré a entender.
Como no tenía muchas ganas de fiesta me dediqué a observar al personal. Tampoco podía beber pues soy el conductor eterno (anoche sí tuve que hacer el control de alcoholemia, cero patatero, lógicamente). Comprobé como la gente de 30 nos trasnformamos en quinceañeros por momentos. Sólo hace falta un cubata en la mano, música y poca luz. Otro día grabo a mis compañeros de trabajo (y a los otros mil profesores de secundaria que pululaban por allí). Las fotos chorras con las cámaras de móviles y digitales vuelan. Siempre es la misma cadena de hechos: "Foto, foto! Poneos!!"--"A ver la foto??!!!" Nos lanzamos a la pantallita y nos reimos de las caras y si no gusta se repite... La superficialidad y la falsedad se pueden cortar en el ambiente. Todo el mundo tiene que ser guay, tiene que ser divertido y pasárselo bien aunque lo único que hagan es poner canción horrorosa tras canción horrorosa. Y si se puede pillar cacho mejor que mejor... para ello toda arma es buena. Abajo la decencia.
Para rematar la historia a un compañero le dejaron tirado y, como el único que iba en condiciones de conducir era yo, me tocó acompañarle hasta Santa Eulària. Eivissa- Santa Eulària - Sant Antoni (40 km en total... para ser aquí eso es mucho). A las 5 de la mañana lo que menos apetece es dar vueltas por la isla, con las carreteras en obras y con algo de sueño. Y para rematarlo... control policial a la entrada de mi pueblo.
La conclusión que saco de todo esto es que no hay que salir sin ganas. Porque si uno no se siente parte de toda esa tontería puede darse cuenta de lo fácil que nos engañan en cuanto a lo lúdico. Cada vez disfruto más de la sencilla charla interesante y menos de las banales noches de pub, cada uno con su copa, cada uno con su baile.

miércoles, diciembre 13, 2006

Vida

Tengo una alumna en mi grupo de tutoría de este año, muy especial. Especial por todo. Es de esas niñas que irradian alegría, ganas de vivir y amor. Desgraciadamente, la vida no ha sido justa con ella. Hace ya 3 años está llevando una lucha enorme con un cáncer. Un cáncer en los huesos que no le deja ser feliz. Y aun así... sonríe.
Lleva ya un mes sin venir. Las largas mañanas y sus pocas defensas le hacían imposible estar todo el rato allí sentada, recibiendo clases. Verla en clase tras tantas operaciones y quimios era esperanzador.
Hace un par de días recibí la visita de su madre. Yo en principio pensaba que era una visita rutinaria, para contarme como le iba, para pedirme ejercicios, para darme cosas de ella para poder corregir.
Esa madre también es todo amor. Irradia entereza aunque te esté contando que a su hija le han dicho que le queda poco tiempo de vida. Ha sido para mi muy duro estar oyendo a esa mujer, dándole ánimos, apoyándola, sin derrumbarme. Y eso que la madre es ella...
Los médicos se sorprenden de la capacidad de lucha que tiene la niña. Cuando sale de las quimioterapias lo hace con una sonrisa en la cara y tiene unas ganas enormes de seguir adelante. Pero parece ser que todo eso no es suficiente para darle una oportunidad más.
Hablé con ella por teléfono con su madre delante. Y me sorprendió de nuevo como alguien de 15 años puede ser tan maduro, tan inteligente, tan fantástico... Como puede tener tanta vitalidad y que se le esté yendo tan rápidamente.
Me siento triste. Impotente. Me pregunto por qué. No hay respuestas, lo sé. Sólo pido un milagro, ya sea médico, ya sea divino. Un milagro que termine con esto. Espero volver a ver esa sonrisa de nuevo y que me contagie de su alegría.

viernes, diciembre 08, 2006

Noche de cava, noche de turrón

Me encuentro sumido en un estado de congestión inmenso, a base de frenadol (bendito frenadol, gracias al que lo inventara). Así que tampoco es que vayan a salir grandes cosas de este escrito.
Se acercan las vacaciones de navidad. No son unas fechas muy especiales para mi, son la excusa para viajar a Sevilla y ver a la abuela y todo eso. Pero no tengo un ápice de lo que se denomina Espíritu navideño. No entiendo a que viene eso de que te entren unas ganas enormes de desear paz y amor a todo el mundo justo cuando se acerca el día 25 de diciembre, cuando no te acuerdas de tus prójimos los 11 meses anteriores ni una sola vez.
Llega el último mes del año y la gente empieza a engalanar sus casas, como si de una tienda de todo a 100 (pesetas) se tratara, con guirnaldas, lucecitas, figuritas y árboles (menuda idea lo del arbolito...). Y encima como no era suficiente, nos dejamos absorber por las tradiciones anglosajonas y los regalos nos los trae Papa Noel, con la tonta excusa de que así se aprovechan más durante las vacaciones. De esta forma, ya no solo somos horteros sino que encima nos ponemos a consumir descaradamente. En toda casa que se precie, y aunque la economía no dé para ello, empiezan a aparecer pasteles, gambas, mejillones, pavo y mil cosas más que en todo el resto del año ni se nos ocurriría ni tan siquiera mirar en el mercado.
Y después llega la nochevieja. Por narices hay que ponerse de traje porque sino el año no entra con buen pie. Y se hacen colas en las peluquerías para que ellas se pongan un moño de esos de tres pisos. Y venga traje con escote y de tirantes... ¿No se dan cuenta que estamos a 31 de diciembre y que lo más normal sería llevar chaquetón con pelito por dentro y cuello vuelto?
Si decides quedarte en casa, en pijama, viendo el especial de la primera donde nunca faltan ni la Pantoja ni el Fary... te miran mal. Y claro... se sale para coger la primera borrachera del año, aunque tengas la tensión a 1000 y el resto del tiempo no pruebes una gota de vino. Pero la noche lo requiere. Y te vas al cotillón y te dan matasuegras, antifaz, gorrito y serpentina. Dios mio... qué ridiculo. Y lo bueno es q terminas poniéndotelo todo, y dandole con el matasuegras a todo el mundo y riéndote. Es como si al pagar los 70 euros del cotillón con barra libre te incluyera también un lavado de cerebro.
Pues sí. Eso es la navidad de hoy en día. Mucha paz y mucho amor pero al final lo que hay es mucho gasto y mucha tontería.
Yo este año para Reyes ya tengo lo que quería. Un viaje para ver a amigos que no tengo la oportunidad de ver muy a menudo. Ya me sobra todo el cava, el pavo y el mazapán del mundo. Porque bien lo decía una gran artista cuyo nombre no hace falta recordar, All I want for Christmas is YOU.

martes, diciembre 05, 2006

La belleza de lo efímero

Los puzzles me han gustado siempre. Me entretienen y me evaden del mundo real. En momentos de aburrimiento extremo son siempre una salvación. Sí, lo sé, soy un friki... La verdad que hace ya tiempo que no hago ninguno, pero no es porque no quiera, es que no tengo espacio. No hay sitio en mi casa para poder hacerlos. Así que tengo un par de puzzles sin montar, esperando el momento y el lugar adecuados.
Lo que más choca a la gente sobre mi gusto de los puzzles es el hecho de que una vez acabados los destruya. No me gusta pegarlos y colgarlos, me gusta la idea de lo efímero, de lo que se puede destruir en segundos tras días de trabajo (algo así como las fallas valencianas pero a pequeña escala). Así que mis puzzles viejos están en cajas, guardados. Esperando a ser montados en un futuro o simplemente olvidados para siempre.
Y todo esto viene a que hoy me he acordado de una historia. Hace años, me compré un puzzle muy bonito, era un nuevo formato, puzzles de 1000 piezas pero muy pequeñas, de manera que cuando estaba construido no ocupaba más de un folio. Ideal para poder montarlo en un pequeño espacio. Aquel puzzle nunca se terminó, faltaba una pieza, seguramente la perdí o posiblemente faltaba en la caja... Intenté conseguirla, llamé, escribí, miré por internet... No hubo manera, esa pieza nunca apareció.
En el fondo pensareis que es una tontería. El puzzle ya estaba montado, el trabajo se había acabado porque solo quedaba un hueco. Y, además, cuando consiguiera esa pieza lo siguiente hubiera sido destruirlo... Pero aun así, la idea de encontrarla me obsesionó durante tiempo.
Y, cosas raras de la vida, ese puzzle inacabado es el que más tiempo ha durado (casi) montado. Si no hubiera faltado esa pieza, su vida hubiera sido mucho más corta.

domingo, diciembre 03, 2006

El de los estados de ánimo

Hay etapas en la vida en la que uno se encuentra triste sin saber el motivo, o quizá no vea que los motivos que existen sean lo suficientemente importantes como para producir tal estado de ánimo. Es una sensación de desgana total de hacer nada interesante, por muy interesante que sea lo que se te propongan, un desinterés total por ocupar el tiempo y te dedicas a ver pasar los minutos deseando que llegue la hora de ir a dormir para no pensar durante unas horas, siempre que consigas conciliar el sueño.
Yo no me considero una persona pesimista, ni tan siquiera triste, aunque muchos de los que me han conocido quizá sea uno de los adjetivos que usarían para definirme. Pero de un tiempo a esta parte esas etapas de tristeza van siendo más frecuentes. Lo podría achacar a que no estoy cumpliendo con las metas que se supone debería estar superando, pero tampoco es algo que me quite el sueño. Lo podría achacar al agobio del trabajo, que cada vez es mayor y mayor. No sé como me las apaño pero me meto en más cosas de las que debería. Lo podría achacar al aburrimiento, tema del cual ya he hablado anteriormente en este blog.
Pero realmente no sé a que achacárselo. Debería hacer una locura y dar un giro de 180º en mi vida. Pero no tengo ni el impulso, ni el carácter, ni la motivación para ello. Sólo me queda que quejarme y darme cuenta de que no hago las cosas bien. Y por muy mayor que me haga nunca aprenderé.
Al menos me queda el pensar que hay cosas que funcionan. Y, además, funcionan bien. Y que eso de la felicidad total es una utopía difícil de lograr. Además, eso sería también muy aburrido. No creeis?
No sé porque he escrito todo esto. No sé si espero consejos, si espero reprimendas, si no espero nada en absoluto. Pero escrito queda, se supone que esto es para escribir aquellas cosas que nos pasan por la cabeza y esto es lo que más ha rondado por la mía últimamente.